Este ensayo aborda un asunto hasta el presente en gran medida desatendido. Se trata de la estética de las organizaciones humanas y de sus dirigentes. No se centra en exclusiva en la estética de una obra, autor, estilo o época concretos. No examina una cuestión abstracta y genérica de tipo estético. Es, en este sentido, patente su tenor original e innovador, por cuanto vincula dos realidades -lo estético y lo organizativo- cuyas fructíferas interrelaciones apenas se han explorado hasta ahora, a pesar de su interés actual y futuro. Para realizar lo enunciado, parte de la constatación de que toda organización humana, sea la que sea, posee una dimensión estética. Ahonda, luego, en los principios, dinamismos y elementos fundamentales de este hecho, y muestra su relevancia para la vida de las organizaciones. Reflexiona, de este modo, acerca de las causas más hondas y de los complejos procesos que todo ello presenta, así como de sus efectos. El presente ensayo vincula estrechamente, además, la ética y la estética de las organizaciones. De aquí procede el hecho de la reivindicación de su fértil unidad ya desde el mismo título, así como de su segundo apartado: “Hacia una estética ética”. Nuestro trabajo demanda, desde su inicio y de modo constante, el que exista una natural coherencia entre ambas esferas. Se aboga resueltamente por una coherencia vital a este respecto, tanto en los profesionales como en sus equipos, que evite equívocos y fraudes en relación con las expectativas suscitadas.